Inician la retirada,
Trasladaban ya mis piernas
Cansancio del andar hacia
La vieja y sola plazuela,
Y es allí que me convierto,
Bajo farolas sin vida,
Donde me alumbran riquezas,
Donde atiendo todas quejas
De lacayos transeúntes
Que fueran otrora altezas.
Desde mi pequeño trozo
De reino veo pasar
Yo almas sin unos zapatos,
Trozos, pedazos de harapos,
Gatos ya desahuciados,
Pena y gloria, a mancebos
De desforzada sonrisa,
Quizá algún que otro docente
Edulcorado y con rostro
Enfurruñado pasando
Con la prisa por mi edén.
Yo desde mi corte dicto
Edicto a lo que mis ojos
Ven, avergonzándose mi
Nirvana de tan mundana
Extravagancia por parte
Ignorancia de un gobierno
Bastante más que efectista,
Viendo cruzar raudos sueños
Sin tejado, siendo magros
De vista, cuya guerra no
Es más que la malandanza
De un corazón muy mandón.
Así es como éste mi pecho
Acostumbra a respirar
Los días, maridar fríos
Invernales en que el bélico
Viento desnuda mi marra
Persona, y ya veis como
Sorbo las noches, pajita
Y maña en mis secos labios,
Bajo farolas sin vida
Que me coronaron rey.